En 2001 Buck Weimer de Pueblo (Colorado) recibió el IG Nobel de Biología por inventar el “Under-Ease”, una ropa interior hermética con un filtro de carbón reemplazable que absorbe los gases malolientes antes de que escapen.

Esta ropa interior es similar a la que ya utilizamos, pero con el plus de que elimina los olores producidos por las flatulencias. Pero ¡ojo!, solo el olor, no el ruido.

Parecerá totalmente surrealista, pero la empresa británica Shreddies, que desde 2008 lleva creando ropa interior para personas con problemas digestivos, ha sacado al mercado prendas que camuflan el olor de las flatulencias. Esta nueva colección de ropa interior y pijamas (basada en la innovación de Buck Weimer, del que no sabemos si patentó su idea y por tanto cobra royalties, pero nos tememos que sí) cuenta con tecnología de guerra química y está compuesto por un panel trasero de carbono altamente absorbente.

Ilustración 1: Ropa interior anti-flatulencias comercializada por Amazon.

Tanto fue el éxito de Shreddies que posteriormente incluso lanzó pantalones vaqueros indicando sobre ellos en su página web “tienen un forro de carbono que elimina los malos olores. Este revestimiento proporciona mayor protección y más libertad para entrar en situaciones sociales. Cuando se usa con la ropa interior filtrante de flatulencias ofrece una doble capa de protección, lo que aumenta la confianza de que se filtre la fetidez».

El éxito comercial es tal que en la actualidad incluso las tiendas online ofrecen la ropa interior anti-flatulencias. Desde luego digno ganador del IG Nobel, pero también avispado inventor que ha solucionado su situación económica digamos que por narices.

En 2002, y en la categoría de IG Nobel de la paz, Keita Sato, presidente de Takara Co. (ex aequo con Dr. Matsumi Suzuki, presidente del Japan Acoustic Lab, y el Dr. Norio Kogure, director ejecutivo del Hospital Veterinario de Kogure) fue galardonado por la promoción de la paz y armonía con la invención de Bow-Lingual, un dispositivo computacional que traduce automáticamente los ladridos de un perro a lenguaje humano.

¿Cuántas veces hemos ansiado entender a nuestras mascotas? Para muchos dueños este sería su favorito si hubiese triunfado. Supuestamente este traductor canino, traducía los ladridos de los perros a nuestro idioma, pero su efectividad dejó mucho que desear. Pero aún así y todo, se comercializó y se sigue comercializando, y probablemente con bastante éxito, dicho sea de paso.

Y la idea no fue desechada, ni mucho menos por otros inventores. En 2014 un grupo de inventores escandinavos creó una tecnología que hace posible la comunicación directa entre perros y humanos. El invento lleva el nombre de «No more woof», y según los inventores funciona como un traductor de los ladridos.

Ilustración 2: El Bow-Lingual

El proyecto fue presentado como «el primer aparato que traduce los pensamientos animales en el lenguaje humano». Los desarrolladores explican que ese aparato ayuda a eliminar los ladridos del léxico canino para permitir una conversación directa entre los perros y sus dueños.

Cada producto, que traduce los ladridos caninos al inglés, cuesta 65 dólares, según la página web de los inventores.

Y en 2018 Slobodchikoff, de la Universidad Northern Arizona, afirma para su traductor canino que la idea es usar inteligencia artificial para traducir las vocalizaciones y expresiones faciales de los animales, en algo que los humanos podamos entender. Slobodchikoff espera que en menos de 10 años, las personas podamos usar un traductor de este tipo para conversar efectivamente con nuestras mascotas.

Slobodchikoff ha estado estudiando por años, grabaciones de perros involucrados en distintos comportamientos, como ladrando, gruñendo o aullando. También ha estado usando inteligencia artificial para entender cómo se comunican estos animales.

En 2017, Slobodchikoff fundó la compañía Zoolingua, que está desarrollando algoritmos para traducir las expresiones faciales, sonidos y movimientos corporales de mascotas, como perros y gatos.

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