Pero frente a la historia sin éxito del autogiro español tenemos la del helicóptero. Ambos despegan y aterrizan verticalmente y la fuerza de sustentación la produce un rotor de aspas horizontales. La diferencia entre ambos está en que el autogiro tiene muy poca estabilidad y dificultad para los giros laterales a izquierda o derecha, mientras que el Helicóptero es totalmente maniobrable en ese sentido. Sólo porque el autogiro tiene una cola con alerones fijos como la de los aviones o aeroplanos, mientras que el helicóptero tiene un rotor de cola vertical; un segundo rotor que le permite la total estabilidad en los giros cerrados.

Ilustración 1: El primer helicóptero.

Aunque el nombre de helicóptero se debe a un francés (teórico del tema que nunca consiguió desarrollar un aparato viable) fue el entonces ruso (hoy sería ucraniano), nacido en Kiev, Igor Sikorsky el que desarrolló el helicóptero, en Estados Unidos de América cuando emigró allí tras la revolución rusa. Intentó distintos proyectos o modelos; desde 1909 el S1 en ucrania, hasta 1928 ya con nacionalidad norteamericana el S38. Pero sin embargo fue en 1940 con el modelo VS-300, en concreto el 13 de mayo, cuando se le reconoce como el primer vuelo totalmente controlado y válido de lo que hoy consideramos un helicóptero, y por supuesto su consiguiente patente y comercialización a gran escala para el ejército norteamericano.

Ilustración 2: Igor Sikorsky

En este caso, además de alabar el portentoso tesón del ruso-ucraniano que estuvo treinta y un años creando prototipos (espero que el número 300 del que le dio la fama  no sea realmente indicativo y correlativo de todos sus intentos, o sería un despropósito enorme, saliendo casi a un prototipo por mes durante más de tres décadas), lo que hay que destacar a nivel de patentes o propiedad industrial, es que si tienes un invento o idea que patentar, patenta todas las versiones o modificaciones posibles de él o ella, por muy peregrinas o desfasadas que te parezcan. Porque si no te pasará como a Juan de la Cierva, que vendrá otra persona que si ponga tu rotor en la cola del prototipo, consiga dar estabilidad en el giro a tu invento y sea la que lo patente y obtenga los deseados royalties. Cuando se patenta hay que ser exhaustivo y patentar todas las posibilidades imaginables, cualquier modificación posible e incluso imposible, y así será una patente robusta y se conseguirá el objetivo último de patentar, el beneficio.

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