A continuación mencionamos sucintamente los premios Ig Nobel 2023 que serían susceptibles de ser patentados y en los que no ha intervenido ningún español, ¿se nos puede acusar de chovinismo?, pues sí, así es.

El Ig Nobel de Ingeniería Mecánica para: Te Faye Yap, Zhen Liu, Anoop Rajappan, Trevor J. Shimokusu y Daniel J. Preston, todos de la Universidad de Rice (EEUU).

Reciben el galardón por usar arañas muertas como actuadores de agarre mecánico. Han bautizado como “necrobótica” a la robótica “bioinspirada” que usa cadáveres como componentes robóticos.

El movimiento de las patas de las arañas se basa en la presión de la hemolinfa (equivalente a la sangre) generada en el prosoma (la parte del cuerpo conectada a las patas); por ello, usando un mecanismo hidráulico artificial puede inducir dicho movimiento aplicando presión. Las patas del cadáver de la araña están cerradas (sin presión aplicada quedan hacia dentro); si se aplica una presión en su torso (prosoma) se observa que se abren; al desaparecer la presión se vuelven a cerrar, con lo que pueden agarrar algo.

El Ig Nobel de Salud Pública para Seung-min Park (Corea, EEUU). Recibe el galardón por inventar el Stanford Toilet (inodoro de Stanford), que incluye muchas tecnologías.

Ilustración 1: El Stanford Toilet.

Como una tira reactiva para análisis de orina, un sistema de visión por ordenador para el análisis de la defecación, un sensor de huellas anales con una cámara de identificación (¡no me digáis que no es pura poesía la identificación por tu huella anal!) y un enlace de comunicaciones, para monitorear y analizar de forma rápida las sustancias que los humanos excretan.

En este nos detendremos un poco, a fin de cuentas la escatología tiene mucha demanda en las redes.

Este inodoro inteligente es autónomo y funciona mediante sensores de presión y movimiento; analiza la orina del usuario con un ensayo colorimétrico estándar con los valores de rojo–verde–azul a partir de imágenes de tiras de análisis de orina; además, calcula la tasa de flujo y el volumen de orina con un sistema de visión por ordenador como “uroflujómetro” (¡cómo hemos podido vivir hasta ahora sin saber cuál era el volumen de orina exacto que excretábamos al hacer aguas menores!).

También clasifica las heces de acuerdo con la escala de forma de heces de Bristol (si amigos, sí, hasta para esto hay una escala) usando un algoritmo de aprendizaje profundo, con un rendimiento comparable al de personal médico capacitado.

Finalmente, cada usuario del inodoro se identifica a través de su huella digital y de las características distintivas de su anodermo; los datos se almacenan y analizan de manera segura en un servidor cifrado en la nube (¡hasta por el culo nos van a tener identificados y controlados en la maldita nube de marras!).

Un inodoro ideal para aplicaciones de detección, diagnóstico y monitoreo longitudinal de poblaciones de pacientes específicas. ¡Y chimpún!, no hay nada más que añadir.

0 comentarios

Dejar un comentario

¿Quieres unirte a la conversación?
Siéntete libre de contribuir!

Deja una respuesta