El segundo IG Nobel del año 2023 con autoría española, aunque con una notable contribución de nuestros primos hermanos los argentinos, es el Ig Nobel de Comunicación (Neurolingüística).
Se lo concedieron en concreto a María José Torres-Prioris (Málaga, España), Diana López-Barroso (Málaga, España), Estela Càmara (Barcelona, España), Sol Fittipaldi (Argentina), Lucas Sedeño (Argentina), Agustín Ibáñez (Argentina, Colombia, EEUU), Marcelo Berthier (Málaga, España) y Adolfo García (Argentina, Chile, EEUU).
Que reciben el galardón por estudiar las actividades cognitivas y mentales de las personas que son expertas en hablar hacia atrás.
Parece ser que hay individuos con habilidades lingüísticas extraordinarias, como hablar invirtiendo el orden de los fonemas con gran rapidez.
Nunca he hablado yo hacia atrás, cierto es. Pero en una fase temprana de mi niñez, y para desesperación de mis progenitores, me dio por hablar intercalando el fonema “ti” entre cada silaba. De forma que para decir “Hola como estás” yo decía de corrido y sin equivocarme “Tihotila ticotimo tiestitás”. Y quizás esto dejara secuelas neurolingüísticas que expliquen ciertas peculiaridades de mi habla o forma de pensar.
En una barbería de La Laguna, Canarias, España, te pueden recibir con un “nasbue chesno”; un lenguaje incomprensible, hasta que te das cuenta de que la frase es “buenas noches” al revés. Esta peculiar forma de hablar está bastante extendida en este pueblo.
Tanto que un grupo de jacarandosos ciudadanos de La Laguna ha solicitado a la UNESCO que reconozca su extravagancia lingüística como patrimonio cultural inmaterial. No ha colado, pero todo es insistir.
En Argentina, el dialecto llamado lunfardo también usa la inversión de palabras, quizás esto explique el porqué de la contribución de allende los mares al estudio.
Se ha estudiado, en este caso concreto, a dos españoles con esta habilidad (y dos grupos de control de 18 y 24 hombres). Por cierto, ambos hablantes invertidos afirman que aprendieron a hacerlo de forma espontánea y sin esfuerzo durante la adolescencia; no usan ninguna estrategia específica.
La conclusión a la que se llega con esta investigación es que estos dos especímenes “retrohablantes” presentan un mayor volumen de materia gris, una mayor difusividad media y una mejor conectividad funcional en las regiones de las corrientes dorsal y ventral que median operaciones fonológicas y otras operaciones lingüísticas, con apoyo complementario de áreas que sirven a procesos asociativos-visuales y de dominio general.
Que a mí lo único que me deja claro esta aportación científica, es que además de hablar “rarito” los dos españolitos eran más cabezones, tenían mayor difusividad (sea lo que sea que es la tal difusividad de marras) y estaban mejor conectados neuronalmente por arriba y por abajo del caletre que los demás. ¡Pues estupendo!.
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