Ilustración 1:El botijo NO es un invento español.

Y como curiosidad para completar otro trio más, no son inventos españoles ni el botijo, ni las castañuelas, ni la pandereta. Por mucho que el bueno (en el buen sentido de la palabra, tal y como él mismo afirmaba) de Don Antonio machado dijera en sus versos que vivimos en un país de charanga y pandereta.

Por paradójico que pueda ser, el botijo no es un invento español. Desde la más remota antigüedad, cuando se produjo la sedentarización neolítica de la humanidad y apareció la cerámica, surgen casi inmediatamente objetos de barro con el diseño típico del botijo o algo muy similar.

Cantimplora con pitorro para beber inclinándola mediante un asa y orificio de llenado en posición contraria, parece ser un diseño básico muy antiguo.

Ilustración 2: Botijo mesopotámico.

Ya aparece en los restos de las primeras culturas mesopotámicas y se expande por todas las otras culturas circummediterráneas posteriores, como egipcios, fenicios, griegos y romanos. Puede decirse que toda la edad antigua fue una edad plagada de botijos.

Quizás lo único reseñable sea que en un gesto neoténico cultural los españoles hemos mantenido un sistema de refrescar el agua ancestral, que el resto de culturas desecharon con la aparición de otra utilería adicional a la del barro cocido inicial.

 

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