Ilustración 1: Juan de la Cierva

Y por último cronológicamente, en cuanto a patentes españolas para la movilidad, tenemos el helicóptero o autogiro como invento español para el desplazamiento por el aire de personas. La diferencia con un avión convencional es que la fuerza de sustentación se consigue con un rotor que gira palas y no con alas fijas. Tiene la ventaja de que esto le permite despegar y aterrizar en vertical. Y por supuesto todos conocemos a Juan de la Cierva.

Sin embargo, el primer despegue y aterrizaje vertical controlado es mérito del inventor argentino Raúl Pateras de Pescara, quien, el 21 de febrero de 1920, patentó en España su diseño de helicóptero con palas contrarrotativas. Fue el primer autogiro capaz de ser controlado en vuelo, a diferencia de sus múltiples antecesores (que obviaremos) que no tuvieron utilidad práctica por sufrir de vibraciones y giros descontrolados a poco de despegar.

Pero centrándonos en Juan de la Cierva, ingeniero de caminos murciano hijo del alcalde de la ciudad, su autogiro fue el embrión de los helicópteros, siendo el primero en despegar desde un portaaviones. Juan de la Cierva construyó en Madrid en 1920 su primer autogiro, el Cierva C.1, el aparato no llegó a volar. A este primer autogiro siguieron dos construcciones también fallidas, el C.2 y el C.3. El problema de la sustentación del rotor no se resolvería plenamente hasta el prototipo C.4, en el que La Cierva incluyó su revolucionaria idea de articular las palas del rotor en su raíz.

Ilustración 2: Autogiro de Juan de la Cierva.

Los primeros ensayos del modelo C.4, construido en 1922 conforme a los nuevos principios, fueron infructuosos. Para su definitiva resolución, la Cierva realizó una completa serie de ensayos en el túnel de viento de circuito cerrado del aeródromo de Cuatro Vientos, por aquel entonces el mejor de Europa. El nuevo aparato corregido se probó exitosamente en enero de 1923 en el aeródromo de Getafe, aunque dicho vuelo consistió únicamente en un «salto» de ciento ochenta y tres metros, demostró la validez del concepto. A finales del mes, el C.4 recorrió en cuatro minutos un circuito cerrado de cuatro kilómetros en el aeródromo de Cuatro Vientos, a una altura de unos treinta metros. A partir de ese momento, La Cierva, que había financiado a sus expensas sus experimentos anteriores, contó para sus trabajos con una subvención del gobierno español.

En 1926, creó en el Reino Unido la sociedad Cierva Autogiro Company para el desarrollo del autogiro, produciendo varios modelos en ese país. Pero sin mucha más transcendencia. Falleció el 9 de diciembre de 1936 con cuarenta y un años de edad, al estrellarse en el despegue, en el vuelo regular Londres-Ámsterdam en el que viajaba.

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