La historia del chupa chups va ligada a Eric Bernal, un catalán de Barcelona, y un confitero de tercera generación, que tras su vuelta del servicio militar en 1.950 se dedicó a producir y vender dulces, mayoritariamente peladillas.
Y que en 1.957 tuvo la magistral idea de ponerle un palo a un caramelo; por el simple motivo de que los niños se sacan las cosas que chupan de la boca y ellos son los mayores consumidores de dulces; y había que darle satisfacción a sus deseos, con vistas a aumentar las ventas. Pero no solo tuvo el detalle de fijarse en esos ignorados locos bajitos, sino que tuvo siempre muy claro el patentar su idea inmediatamente y protegerla. Y no solo patentó (o intentó, ya veremos) su creación, además fue lo suficientemente sagaz como para en 1.959 adquirir todas las patentes que pudieran competir con su invento.
Llamó a su dulce chups, y fue posteriormente cuando la gente generalizó el nombre a chupa chups, cambiándolo a
partir de una campaña de marketing en la que en un imperativo machacón se impelía al consumidor con la frase «chupa chups». También incluyó un diseño legendario del nuevo nombre así adquirido, realizado ni más ni menos que por el mismísimo Dalí. Como se ve todo un portento de visión comercial, aunque la empresa fundada por él (con el mismo nombre de chupa chups) finalmente fue vendida en el año 2.006 a una empresa confitera ítalo-holandesa. Pero no sin antes obtener el récord de vender en 1.988 20.000.000.000 (veinte mil millones) de unidades en todo el mundo. Lo que da una media de unos cuatro chupa chups consumidos anualmente por todos y cada uno de los habitantes de este planeta.
Tampoco está libre de controversia esta patente, a pesar del éxito obtenido con ella. Que no es un invento verdadero, y que por tanto nunca se patentó en realidad, pues siempre le fue rechazada; que solo se le reconoció como modelo de utilidad. En la mayoría de ocasiones fue objeto de oposición de otros fabricantes, como una compañía americana, que venía fabricando cuestiones similares desde 1.934. Incluso que en la oficina de patentes española hay patentes de caramelos con palo desde 1.919, en concreto con un confitero madrileño llamado José Segura Martínez (patente nº 70.454).
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