Ilustración 1.- Patente norteamericana del «Electro-Equilibrador».

Como segunda muestra tenemos una patente de electroterapia, no de un español, pero si realizada en España (además de en otros países). La electroterapia atrajo a no pocos avispados que decían ser sanadores y ofrecían aparatos eléctricos para curar enfermedades sin ningún criterio científico, ni de la ciencia de entonces ni de la ciencia de ahora, e incluso aparatos que a pesar de lo que anunciaban ni siquiera eran eléctricos. Y la patente n.º 10475 española trata de uno de esos aparatos fraudulentos: el “Electropoise” o “Electro-Equilibrador”.

Este aparato fue patentado en España en 1890 por una empresa estadounidense.

La función específica del electro-equilibrador estaba en los desórdenes nerviosos y de casi cualquier otra índole que padece cualquier cuerpo humano, era la panacea eléctrica. Como dolores de cabeza, insomnio, dolencias propias de la mujer, reumatismo, malaria, neumonía, parálisis, trastornos nerviosos, tisis, cáncer, apoplejía, muerte aparente, congestión del cerebro, ahogamiento o epilepsia.

No obstante, este invento iba especialmente dirigido al cuerpo de las mujeres, la histeria era un trastorno que por entonces se consideraba especifico en la mujer. El electro-equilibrador resultaba ser un vibrador, con el que se inducía el “paroxismo histérico” y el consiguiente alivio de la supuesta paciente. En las instrucciones del electro-equilibrador, se aconsejaba a las mujeres aplicarlo en los órganos genitales internos, para lo que era necesario adquirir un “electrodo uterino”, una varilla larga de metal que se unía al dispositivo.

Ilustración 2.- Anuncio en prensa escrita de la época sobre el electropoise.

El “Electropoise” prometía y garantizaba un “equilibrio”, tal es lo que significa “poise” en inglés. Su principio teórico era la homeostasis. Pero de hecho el electro-equilibrador seguía otro principio teórico, además del homeostático: el principio de que una parte de aquellos que están enfermos y, lo que es más importante, aquellos que creen que están enfermos, mejorarán sin ningún tratamiento. En realidad, el electro-equilibrador tenía de eléctrico lo que un tarugo de madera. Solo eran unas piezas metálicas tan huecas como las cabezas de los crédulos que las compraron. Y únicamente saneaba la caja de caudales de quienes lo diseñaron, lo fabricaron y lo vendieron. De tener el electro-equilibrador algún principio activo, no sería otro que el del placebo.

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