Y vamos a por el cuarto disparate tecnológico patentado en el siglo actual. Como es normal no podía faltar una empresa puntera japonesa.
Se trata del detector de las emociones de los telespectadores. Del mismo modo que los audímetros miden la audiencia de los programas de televisión, este invento patentado por Sony en 2011 ofrece información sobre cómo de divertido es un programa de televisión mediante la monitorización de las reacciones del telespectador (muecas, sonrisas, risa, angustia, ojos como platos…).
Un micrófono y una cámara recogerán nuestras respuestas emocionales pasivamente mientras vemos la televisión. Así se recogerá información sobre la naturaleza de los contenidos audiovisuales –interesantes, aburridos, divertidos, ridículos, terroríficos…- y para encontrar similitudes demográficas.
A este paso ver la televisión va a pasar a considerarse un deporte de riesgo, como mínimo para la intimidad del televidente. Ya no podremos llamarla más la caja tonta, en todo caso la caja chismosa o cotilla. Son los nuevos tiempos y hay que adaptarse a ellos.
Claro, que siempre podemos poner a nuestro yo virtual a ver la tele abrazado con el cojín del teleabrazo, con el tatuaje electrónico implantado en el cuello del cojín o de nuestro yo virtual (lo mismo da); y nosotros irnos en un arrebato de comportamiento salvaje y ancestral a tomar unas cañas a la mugrosa barra de bar, llena de una capa grasienta de dudoso origen, en el infecto tugurio de la esquina.
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