La segunda de las patentes curiosas de este nuestro siglo XXI portentoso y tecnológico, es un tatuaje para reducir el ruido cuando hablamos por teléfono y que de propina detecta cuándo mentimos.
Es un engorro hablar por teléfono cuando hay ruido en el ambiente. Coches, gritos de gente, máquinas funcionando, música alta… Buscar un sitio lo más tranquilo posible puede ser una opción para una comunicación telefónica con visos de éxito.
O también hacernos un tatuaje electrónico en el cuello que nos “roba” la voz y la transporta hasta el teléfono de nuestro interlocutor. Suena totalmente a ciencia ficción, pero se trata de una patente de Google para Motorola.
Es un tatuaje electrónico que se implanta en el cuello de las personas para “extraer la voz” y transferirla perfectamente a través del teléfono, sin los ruidos del ambiente.
Y no solo eso, el tatuaje también emplea las respuestas galvánicas de nuestra piel para detectar mentiras.
Esto último suena muy orwelliano, a un mundo feliz en el que el estado implante dicho tatuaje a todos sus ciudadanos.
El gran hermano con su ojo omnipresente, que cuál si fuéramos sus mascotas domésticas, nos implanta un chip en el cuello para que no podamos mentir, o si lo hacemos que él pueda saberlo. Si con el tatuaje te vacunan contra el moquillo ya estaría el pack completo.
Ahora que en ese caso yo quiero que el gran hermano personalmente; o uno cualquiera de sus ministros no voy a ponerme intransigente: recoja con sus propias manos mis deposiciones en una bolsa de plástico, o, sino yo no juego a ser mascota de nadie con microchip.
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