Todo comenzó en 2011 cuando el diseñador norteamericano Erik Brunetti intentó patentar su marca de ropa de estilo callejero para defenderse de imitaciones. Su línea de moda se llamaba FUCT que fonéticamente en inglés suena como FUCK o FUCKED (joder o jodido). Aunque el diseñador alegaba que era el acrónimo de Friends U Can’t Trust (amigos de los que no te puedes fiar), jugaba con el doble sentido y estampaba en sus camisetas y sudaderas frases como «The world is fuct» (El mundo está «jodido») o «We are fuct» (estamos «jodidos»).
La reacción de la USPTO (United States Patente and Trademark Office u Oficina de Patentes y Marcas de Estados Unidos) fue fulminante y rechazó el registro por «inmoral y escandaloso», añadiendo epítetos de grueso calibre en su escrito, afirmando que contenía ejemplos de “nihilismo extremo” y “comportamiento antisocial” y que transmitía “misoginia, depravación y violencia”.
Erik pleiteó durante ocho años, primero en un juzgado de primera instancia, que le dio la razón. Posteriormente en un tribunal de apelación que ratifica la decisión inicial y por último el caso terminó alcanzando el Tribunal Supremo de Estados Unidos.
En 2019, por fin, el Tribunal Supremo dictamina que ratifica la decisión del tribunal de primera instancia y anula la parte de la normativa de la Ley Lanham en la que se basaba la Oficina de Patentes para rechazar la marca, todo ello por ser contraria a la Constitución Norteamericana. En concreto a la libertad de expresión que protege la Primera Enmienda de la Constitución.
Sin diferencias entre magistrados progresistas o conservadores, la ponente de la sentencia Elena Kagan afirma: “El principio más fundamental de la libertad de expresión es que el gobierno no puede penalizar, o desfavorecer, o discriminar una expresión basándose en sus ideas y puntos de vista” o “Hay muchas ideas inmorales y escandalosas en el mundo (incluso más que palabras malsonantes) que la ley de patentes ya las cubre”.
Tres de los nueve magistrados (un conservador y dos progresistas) votaron en contra y emitieron votos particulares en los que apoyaban la tesis del abogado del gobierno; que sostenía que eliminar esa restricción abriría la puerta a todo tipo de expresiones extremas, insultos y violencia gráfica. En sus escritos, los magistrados discrepantes, afirmaban que: esta decisión deja al Gobierno sin armas para rechazar marcas que “contengan las imágenes y palabras más vulgares, profanas u obscenas imaginables” y especialmente si se refieren a “un epíteto racial particularmente atroz”.
Por su parte esa misma semana, tras la publicación de la sentencia del Tribunal Supremo, en la página web de FUCT se pudo leer: “Fuct is free speech, free speech is fuct” (Fuct es libertad de expresión, la libertad de expresión está «jodida»).
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!