Las características comunes a las lenguas romances son:
- Las lenguas romances son todas lenguas fusionantes (lenguas altamente flexivas que añaden muchos morfemas a sus raíces para modificar su significado).
- El alineamiento morfosintáctico dominante de estas lenguas es de tipo nominativo-acusativo (los sujetos de los verbos transitivos e intransitivos reciben un tratamiento diferente).
- El orden básico parece ser Sujeto-Verbo-Objeto directo, la preposición y los determinantes generalmente preceden al sustantivo (aunque en rumano el artículo se pospone).
- Presencia de un sistema verbal con numerosas formas y lleno de irregularidades. El verbo incluye las categorías de persona, número, tiempo y modo gramatical para su conjugación.
- Presencia de al menos dos posibilidades para el género gramatical (masculino / femenino), dos posibilidades para el número gramatical (singular / plural).
- Presencia de concordancias gramaticales de género entre el sustantivo y el adjetivo, y entre el número del sujeto y el número expresado en el verbo.
- Presencia de artículos desarrollados a partir de demostrativos del latín.
En cuanto a su clasificación en familias tenemos los siguientes grupos:
- Lenguas romances occidentales: que por su distribución geográfica incluyen las siguientes subfamilias:
- Lenguas iberorromances: gallego, portugués, asturiano, leonés, castellano o español, aragonés (por algunos considerado occitanorromance) y mozárabe.
- Lenguas galorromances: francés/lenguas de oïl (parte septentrional de Francia, Bélgica y parte de Suiza, es el francés estándar actual) y franco-provenzal (del sur de Francia, lo que históricamente era la Aquitania, prácticamente vestigial).
- Lenguas retorromances: romanche (idioma autóctono suizo), friulano (en el noroeste de Italia, con muchas influencias del alemán y casi vestigial) y ladino (en los Alpes italianos, con mucha influencia del alemán y vestigial, no confundir con el sefardí).
- Lenguas occitanorromances: catalán, valenciano y occitano-gascón (la lengua de oc del sur de Francia, que se conserva en el valle de Arán con el aranés).
- Lenguas galoitálicas: Todas ellas lenguas del norte de italia muertas o vestigiales como ligur, piamontés, lombardo, emiliano-romañol, véneto e istriano.
- Lenguas romances insulares: sardo y antiguo corso.
- Lenguas romances orientales: que por su distribución geográfica incluyen las siguientes subfamilias:
- Lenguas balcorrumanas: rumano estándar, y las lenguas vestigiales de Rumanía como arrumano o meglenorrumano o una lengua vestigial de la península de Istría en Italia el istrorrumano. Se corresponderían básicamente con la antigua Dacia conquistada por Trajano.
- Lenguas italorromances: italiano estándar, romanesco (lengua vestigial del centro de Italia), napolitano, siciliano y corso-gallurés(mezcla entre el corso y el sardo).
- Dalmata: lengua muerta que se hablaba en la costa dálmata en Croacia.
También pueden mencionarse como lenguas romances ciertas lenguas criollas. Una lengua criolla nace habitualmente en una comunidad compuesta de personas de orígenes diversos que no comparten previamente una lengua, que tienen necesidad de comunicarse, y por ello se ven forzados a crear una nueva lengua con elementos de las dos o tres que tienen como suyas propias.
Y así tenemos el Criollo francés (el creole haitiano o el patois antillano o bourbonnais de Oceanía), el Criollo portugués (el angolar de Angola, caboverdiano de Cabo Verde, lunguyê y forro ambos en Santo Tomé y Príncipe, indoportugués de antiguas posesiones lusas en India como Goa, papiamento en la isla de Aruba mezcla de portugués, neerlandés y español y kriolu en Guinea Bisáu), Criollo español (con las lenguas chabacanas de Filipinas que mezclan el español y el tagalo, por ejemplo o el Palenquero de Colombia, mezcla de español, portugués y bantú).
Y por último mencionar las denominadas lenguas judeoromances, dialectos de lenguas romances hablados por comunidades judías instaladas en algunos de estos países, y alteradas hasta tal punto que obtuvieron reconocimiento como lenguas propias. Como el judeoespañol (también llamado ladino o sefardí), judeoportugués, judeofrances (también llamado zarfático), el judeoitaliano o el judeoprovenzal (también llamado shuadit).
En 2010 se calculaba un total de 950 millones de hablantes para las lenguas romances, doscientos de ellos en Europa. En concreto se habla en los siguientes países lenguas romances (por orden alfabético): Andorra, Angola, Argelia, Argentina, Aruba, Bélgica (Región de Bruselas-Capital y Valonia), Belice, Benín, Bolivia, Bulgaria (Blagóevgrad), Brasil, Burkina Faso, Burundi, Cabo Verde, Camboya, Canadá (Quebec y parte de Nuevo Brunswick), Camerún, Chad, Chile, China (Macao), Ciudad del Vaticano, Colombia, Comoras, Costa de Marfil, Costa Rica, Croacia (Condado de Istria), Cuba, Curazao, Ecuador, El Salvador, Eslovenia (Litoral esloveno), España, Estados Unidos (estados del suroeste, Florida y Luisiana), Etiopía, Filipinas, Francia (y sus Territorios de ultramar), Gabón, Guatemala, Guinea, Guinea-Bisáu, Guinea Ecuatorial, Grecia (aromunes), Haití, Honduras, India (Goa, Dadra y Nagar Haveli y Damán y Diu y Puducherry), Italia, Laos, Líbano, Libia, Luxemburgo, Macedonia del Norte (frontera sur), Madagascar, Malí, Marruecos, Mauricio, México, Moldavia, Mónaco, Mauritania, Mozambique, Nicaragua, Níger, Países Bajos (Caribe Neerlandés), Panamá, Paraguay, Perú, Portugal, Puerto Rico, Reino Unido (Gibraltar y parte de Guernsey y Jersey), República Árabe Saharaui Democrática, República Centroafricana, República del Congo, República Democrática del Congo, República Dominicana, Ruanda, Rumania, San Marino, Santo Tomé y Príncipe, Senegal, Serbia (Voivodina), Seychelles, Somalia, Suiza (Romandía y Cantón del Tesino), Timor Oriental, Togo, Uruguay, Túnez, Vanuatu, Venezuela, Vietnam y Yibuti.
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