Con el nombre de lenguas indoeuropeas se conoce a la mayor macrofamilia de lenguas del mundo en número de hablantes. La macrofamilia indoeuropea, a la que pertenecen la mayoría de las lenguas de Europa, Oriente próximo (Irán) y Asia meridional (la India), incluye más de 150 idiomas hablados por alrededor de 3200 millones de personas (aproximadamente un 45 % de la población mundial).​ De estas, unos 1200 millones corresponden a hablantes de las lenguas indoiranias, unos 950 millones de hablantes de las lenguas romances y unos 820 millones de hablantes de las lenguas germánicas.

Ilustración 1: Mapa con las migraciones que propagaron el indoeuropeo.

En cuanto al origen del término (queda claro que es una forma sincrética para referirse a lenguas de la India y de Europa) se debe en 1816 a Franz Bopp, lingüista alemán, que publica su sistema de conjugación en sánscrito y generaliza el uso del vocablo “indoeuropeo”. Eso en cuanto a la etimología del propio término, pero en cuanto a la aparición del concepto en sí hay que remitirse a los primeros lingüistas del siglo XVIII. Con anterioridad a este siglo se había detectado que había muchas similitudes entre idiomas antiguos como era el griego y el latín, pero lo despachaban rápidamente afirmando que el latín derivaba directamente del griego, lo cual no es cierto, según sabemos ahora.

Existe cierta disputa entre franceses e ingleses en cuanto a quién fue el primer lingüista que introdujo este concepto por primera vez. Si coinciden en ambos casos en que todo ocurrió cuando compararon el latín y el griego europeos con el sanscrito de la India y en menor medida con el persa de Irán. Los anglosajones defienden que fue William Jones en 1786 en haber sido el primero en notar las semejanzas entre el sánscrito  el latín y el griego (y posteriormente el persa); pero es totalmente falso, pues el jesuita francés Gaston-Laurent Coeurdoux fue el primero en notar las similitudes entre el sánscrito, el latín y el griego en una memoria en 1767 (es decir, casi veinte años antes que el inglés).

En cuanto al origen temporal del indoeuropeo, se habla de un protoindoeuropeo (cuyo acrónimo que usan los lingüistas, PIE, en español es muy curioso) que calculan que se desarrolló hacia el 3500 antes de cristo. Y que se propagó por sucesivas oleadas migratorias (otros autores piensan que por simple trasmisión cultural sin necesidad de migraciones) que provocaron su fragmentación hacia el 3000 antes de cristo.

En cuanto al origen geográfico de este protoindoeuropeo tampoco hay unanimidad  entre los lingüistas y los principales lugares propuestos son el sur de Rusia, el sudeste de Ucrania, Armenia o Irán.

En cuanto a su parentesco con otras macrofamilias, algunos lingüistas afirman que lo tiene con las lenguas urálicas (estonio, fines y búlgaro) y otros con las lenguas afroasiáticas (hebreo, arameo, bereber y copto). Desde luego por proximidad geográfica tiene sentido el parentesco, por similitudes lingüísticas se nos escapa a nuestra capacidad de juicio.

La característica que más remarcan los lingüistas sobre el indoeuropeo es lo que ellos denominan su flexibilidad, que significa que las raíces de las palabras modifican su significado mediante la adición de morfemas (terminaciones que acompañan a la raíz). Se habla de flexión verbal, que es ni más ni menos que la conjugación de los verbos y de flexión nominal cuando se refieren a la declinación de sustantivos, pronombres y adjetivos.

Ilustración 2: Raíces indoeuropeas y sus derivados en lenguas actuales para términos celestiales.

Por lo que se supone, el protoindoeuropeo fue una lengua muy flexiva. En general, las lenguas indoeuropeas, muestran cierta pérdida progresiva de la flexión (como por ejemplo el inglés que es el sumun de la simplificación, que no es que ya no existan declinaciones como en el español, es que ya no existen ni conjugaciones, y yo añado de propina que básicamente se habla con raíces monosilábicas sin morfema).

Esta flexibilidad se pone de manifiesto de las siguientes maneras:

  • Genero gramatical: Mediante morfemas añadidos a la raíz se distinguen tres géneros gramaticales: masculino, femenino y neutro. Aunque muchas lenguas indoeuropeas más modernas han perdido alguno de estos tres géneros, el género neutro se ha asimilado al masculino o al femenino, o no existe morfema de genero para las raíces (el inglés) y se realiza mediante los pronombres.
  • Número gramatical: Existían tres posibilidades para indicar el número mediante morfemas: singular, dual (expresaba la cantidad de dos y en las lenguas modernas se ha perdido) y plural.
  • Caso gramatical: Se refiere a las declinaciones, que consiste el añadir morfemas a la raíz según la posición o función que realice el término dentro de la oración. Los lingüistas distinguen hasta ocho casos. Nominativo (el sujeto hablante), vocativo (el sujeto a quien se dirige el hablante), acusativo (el objeto directo de la oración), genitivo (complementos de nombre o adjetivos de la oración), dativo (el objeto indirecto de la oración), ablativo (el complemento circunstancial de la oración, salvo el de lugar), locativo (el complemento circunstancial de lugar específicamente) e instrumental (indica el instrumento por medio del cual el sujeto realiza una acción, el instrumento bien puede ser un objeto físico o bien un concepto abstracto). Como se ha perdido totalmente en español (no así por ejemplo en el alemán) nos costaba bastantes suspensos en la enseñanza media cuando estudiábamos latín.
  • Conjugación verbal: Con cuatro modos (indicativo, subjuntivo, imperativo e infinitivo), tres tiempos (pasado, presente y futuro) y tres formas (perfecto, imperfecto y pluscuamperfecto). Como seguimos usándolo en español nos sale de una manera intuitiva al hablar sin darnos cuenta del modo, tiempo o forma verbal en la que hablamos.
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