La escritura es una codificación sistemática mediante signos gráficos o símbolos que permite registrar con gran precisión el lenguaje hablado por medio de signos visuales regularmente dispuestos; obvia excepción a esta regla es la bastante moderna escritura Braille cuyos signos son táctiles.

Ilustración 1: Pictograma celta.

En la evolución de la escritura hay que tener claro cuatro conceptos:

  • Pictogramas: Son signos gráficos que no tienen una estructura secuencial lineal evidente. No forman parte de la escritura como tal. Pueden ser las pinturas rupestres lineales o esquemáticas mencionadas en el capítulo anterior o mucho más reciente los grabados celtas en las rocas con espirales.
  • Ideograma: Signos esquemáticos no lingüístico que representa globalmente conceptos o mensajes simples. Por ejemplo, las señales de tráfico o los símbolos matemáticos. Se caracterizan por su universalidad, su economía y la rapidez con que se verifica su percepción. Pero no constituyen una escritura.
  • Logogramas: Son signos gráficos que representan conceptos concretos (sean estos objetos como una vaca, sentimientos como el dolor, acciones como el correr o ideas abstractas como dios). Los Logogramas si tienen una estructura secuencial lineal evidente y son la representación gráfica de una lengua y por tanto una escritura. Por ejemplo, los jeroglíficos del antiguo Egipto.
  • Grafemas: Signos gráficos que representan sonidos o grupos de sonidos. Por supuesto son la escritura de una lengua. Existen de tres tipos:
    • Grafemas silábicos: Cada carácter o símbolo representa uma silaba. Y entonces se habla de silabario, para el conjunto de todos los símbolos utilizados. Entre ellos se encuentran los idiomas japonés y cheroqui. Hay también otras lenguas que son altamente silábicas, aunque mezclan o se basan en logogramas como son el chino, o las escrituras mayas o el cuneiforme inicial.
    • Grafemas alfabéticos: Cada carácter o símbolo representa un sonido de una letra (bien de una vocal o de una consonante). Y se habla de alfabeto para el conjunto de todos los símbolos. Evidentemente es el de nuestro idioma.
    • Grafemas abugidas: Es un sistema de escritura a medio camino entre alfabético y silábico, en el que la escritura se hace agrupada en sílabas, pero estas no son signos independientes, sino que están agrupadas en torno a una consonante. Al conjunto de todos los símbolos se les denomina alfasilabario. Típico de lenguas brahmánicas de la India o el Sudeste Asiático y en leguas etíopes como el amárico.

Ilustración 2: Ideograma contemporáneo con el mensaje «prohibido fumar en esta zona».

Evidentemente la evolución lógica de la escritura a lo largo de la historia sería primero usar logogramas, luego grafemas silábicos y por último grafemas alfabéticos.

La ventaja de las escrituras basadas en logogramas es que son muy evidentes, casi de compresión inmediata (por ejemplo, en la escritura cuneiforme inicial que aún era jeroglífica, una vaca se representaba con un triángulo invertido con dos cuernos encima, que casi cualquier niño actual puede identificar con una vaca). Es decir, necesitan un mínimo esfuerzo de aprendizaje y abstracción. Pero la desventaja es que se necesita un conjunto de miles de caracteres para representar todos los conceptos posibles (objetos, sentimientos, acciones y pensamientos abstracto).

El idioma chino clásico o mandarín puede servirnos de ejemplo para esto que indicamos. En el diccionario Kangxi (Kang Xi era el nombre de un emperador chino de la dinastía Qing) aparecen nada más y nada menos que 47.000 caracteres chinos. Evidentemente ningún chino se sabe de memoria todos esos caracteres, se les considera cultos a partir de que conozcan unos 3.000 caracteres.

Por supuesto en un lenguaje de grafemas silábicos el número de caracteres se reduce a unos pocos cientos, que es mucho más manejable. Y en un lenguaje de grafemas alfabéticos a unas decenas de caracteres que es aún muchísimo más asequible.

Pero los sistemas basados en grafemas silábicos o alfabéticos tienen una gran desventaja, requieren un nivel de abstracción y de aprendizaje muchísimo mayor, ya que no son evidentes. Parece que esto no es una gran desventaja, pues todos nosotros hemos realizado ese aprendizaje de la lectura y escritura de nuestra lengua sin mayor problema en nuestra escolarizada infancia.

En la actualidad (2018) según la UNESCO la tasa de analfabetismo mundial, personas que no han aprendido a leer y escribir su lengua, es del 13,14% (algo menos de mil millones), de los cuales unos 730.000 aproximadamente son españoles. Y no nos referimos al analfabetismo funcional (personas que sí saben leer su lengua, pero que no comprenden lo que leen), que en este caso las cifras se disparan de una manera alarmante.

Y eso es ahora, en 1900 se estima que la tasa de analfabetismo en Europa Occidental era del 80% (en pleno auge del colonialismo europeo, con la revolución industrial a todo trapo y cuando era sin discusión alguna la región más desarrollada del mundo). Y para el mundo entero se calcula que era muy superior al 90%. Y desde la escritura cuneiforme hasta 1900 pasaron cerca de seis mil años. Milenios en los que el aprendizaje de la escritura fue un coto reservado sólo para las elites socio-económicas que se beneficiaban de ello.

Siempre se indican como ejemplos de escritura con logogramas, y así lo hemos hecho nosotros, los jeroglíficos del antiguo Egipto, o los caracteres de la lengua china, incluso hemos mencionado que inicialmente así era la escritura cuneiforme, o lo era la escritura maya. Pero no es del todo cierto en ninguno de los casos, siempre se acompañan de grafemas silábicos o fonéticos o de lo que lo que los lingüistas denominan signos determinativos o determinantes semánticos.

Para entender lo que son los signos determinativos o determinantes semánticos pensemos que el jeroglífico egipcio  que significa “escritura” (viene a ser el dibujo de un papiro, un tintero y un cálamo) puede tener distintos significados. Si se le acompaña a su derecha con el jeroglífico que significa hombre (el dibujo de un hombre sentado) entonces significa “escriba”, si le acompaña el jeroglífico de un rollo de papiro significa el verbo “escribir”, y así sucesivamente.

Para pasar de una escritura con logogramas o jeroglífica a una silábica se utiliza lo que los lingüistas llaman principio de Rebus (rebus en latín significa “una cosa por otra”), Básicamente consiste en usar los logogramas más frecuentes y comunes de manera silábica, para así poder escribir los conceptos más abstractos o más infrecuentes sin necesidad de que el conjunto de signos se haga infinito.

Por ejemplo, el logograma de una espiga de centeno en sumerio y escritura cuneiforme es el dibujo de una espiga y sonido algo similar a “sheh”. El logograma de leche es el dibujo de una ubre de vaca con sonido similar a “ga”. Pues mediante el principio de Rebus, cuando el sumerio cuneiforme empezó a ser silábico, si escribían dibujando la espiga de cebada y la ubre de vaca juntas significaba “hermosa” (y no significaba “leche de cebada”, como era de esperar), ya que hermosa en sumerio tiene un sonido similar a “sheh-ga”.

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