En este segundo capítulo sobre el descifrado de las escrituras de lenguas muertas vamos a mencionar los éxitos, en concreto los dos casos más importantes y espectaculares, el descifrado de la escritura jeroglífica del antiguo Egipto y el descifrado de la escritura cuneiforme de Mesopotamia.
En ambos casos hay que mencionar que ambas escrituras fueron descifradas única y exclusivamente porque existían inscripciones bilingües (en realidad trilingües) en piedra, es decir por la ardua labor de los traductores de la antigüedad.
Empezaremos cronológicamente por el descifrado de la escritura jeroglífica egipcia. Esta se hizo gracias al descubrimiento de famosa la piedra de Rosetta.
La piedra de Rosetta es un fragmento de una antigua estela egipcia de granodiorita (granito negro) inscrita con un decreto publicado en Menfis en el año 196 antes de cristo en nombre del faraón Ptolomeo V. El decreto aparece en tres escrituras distintas: el texto superior en jeroglíficos egipcios, la parte intermedia en escritura demótica y la inferior en griego antiguo.
La estela se talló en el período helenístico y se piensa que originalmente estuvo expuesta dentro de un templo, posiblemente en la cercana Sais. Probablemente se trasladó al final de la Antigüedad o durante el sultanato mameluco de Egipto y finalmente se usó como material de construcción en un fuerte cerca de la localidad de Rashid (Rosetta), en el delta del Nilo (de ahí su nombre). Allí la halló en 1799 el capitán francés Pierre-François Bouchard durante la campaña francesa en Egipto llevada a cabo por el ejército napoleónico. Los británicos derrotaron a los franceses en Egipto y la piedra se transportó a Londres tras la firma de la Capitulación de Alejandría en 1801. Se ha expuesto al público desde 1802 en el Museo Británico, donde es la pieza más visitada.
La estela se elaboró tras la coronación de Ptolomeo V en el 196 antes de cristo y se le inscribió un decreto que establecía el culto divino al nuevo gobernante, dictado por un congreso de sacerdotes reunidos en Menfis. La última dinastía de faraones egipcio, la ptolemaica, se estableció cuando Alejandro Magno conquisto Egipto y tras su temprana muerte se desmembró su imperio repartiéndoselo entre sus generales. A Ptolomeo I (general de Alejandro Magno) le correspondió Egipto en el 323 antes de cristo, el ultimo faraón ptolemaico fue Cleopatra que murió el 30 antes de cristo. La mayoría de los faraones de esta dinastía llevaron el nombre de Ptolomeo (desde el fundador hasta Ptolomeo XIV hermano y corregente con Cleopatra y Ptolomeo XV o Cesarión el hijo de Cleopatra y Cesar).
Durante esta dinastía ptolemaica la corte hablaba y escribía en griego clásico (idioma de la escritura de la inscripción inferior de la piedra de Rosetta), el pueblo egipcio hablaba y escribía en demótico, que en griego viene a significas popular (idioma de la sección media de la piedra de Rosetta), mientras que como idioma litúrgico se usaban los jeroglíficos del antiguo Egipto (parte superior de la piedra de Rosetta).
Fue Jean-François Champollion un historiador, lingüista (y para algunos el primer egiptólogo) francés quien descifró la escritura jeroglífica. En 1820 se embarcó en descifrar los jeroglíficos de la piedra de Rosetta, lo que le llevó cuatro años hasta 1824 cuando publicó dicho desciframiento.
Por supuesto Champollion sabía leer y escribir griego clásico y tuvo desde muy joven la certera intuición de que para poder leer y escribir el demótico era necesario hablar y escribir el copto, idioma que aprendió a leer y escribir antes de embarcarse con la piedra de Rosetta (incluso ayudado por un sacerdote egipcio). El copto es el idioma litúrgico en el que están escritas las sagradas escrituras de los cristianos egipcios (los coptos) que sobreviven tras la invasión y dominación árabe hasta nuestros días (en la actualidad sigue escribiéndose y hablándose el idioma copto). El copto deriva directamente del demótico. Esta intuición le permitió por tanto poder leer y escribir el demótico de la piedra de Rosetta.
Para descifrar la escritura jeroglífica tuvo la genial idea de comprobar cuantas veces y a que altura del texto aparecía el nombre del farón en griego y en demótico, y constatar que el mismo número de veces y más o menos a la misma altura del texto en la parte escrita en jeroglífico aparecían siempre los mismos símbolos jeroglíficos encerrados dentro de un ovalo o cartucho. Así descifró el nombre del faraón en jeroglífico y fue el comienzo de todo.
Para descifrar la escriptura cuneiforme se utilizó la inscripción de un acantilado en Behistún en los montes Zagros de Persia (el actual Irán). El texto de la inscripción proclama las hazañas del rey persa aqueménida Darío I (en concreto sus conquistas). Por tanto, tuvo que ser tallada entre el año de ascensión al trono persa de Darío I en el 552 antes de cristo y su muerte en el 486 antes de cristo.
La primera referencia histórica sobre la inscripción de Behistún conocida la realiza el historiador griego Ctesias de Cnido en el 400 antes de cristo. También la menciona el historiador romano Tácito a caballo entre el siglo I y II después de cristo. Después de la caída del imperio romano la inscripción fue olvidada, hasta que en 1598 volvió a ser mencionada por el inglés Robert Shirley (la vio durante una misión diplomática en Persia). En 1835, Sir Henry Rawlinson, un oficial del ejército británico que entrenaba al ejército del Sah de Persia, empezó a estudiar seriamente la inscripción y fue el primero que la transcribió a papel.
Esta escrita en tres idiomas: persa antiguo, elamita y babilónico, todos ellos escritos en cuneiforme. Los dos últimos son lenguas muertas de las que entonces no se tenía ni la más remota idea. Pero no así el persa (exactamente como ocurría con el copto) que una evolución del mismo se sigue hablando en la actualidad.
En la evolución del persa se distinguen tres periodos o épocas: El persa antiguo o aqueménida (nombre de la dinastía a la que pertenece Darío I) hablado hasta el 300 antes de cristo y en el cual está escrita la inscripción en cuneiforme; el persa medio o sasánida (nombre de la dinastía persa entre el 224 después de cristo hasta la conquista musulmana de Persia en 633) y el persa moderno o farsi que comienza en el 900 de la era cristiana y llega hasta la actualidad (es el idioma oficial de Irán), que se escribe en el alfabeto persa que es una adaptación del alfabeto árabe.
Como si fueran dos historias paralelas (esta y la de la piedra de Rosetta), el punto de partida para descifrar el persa escrito en cuneiforme fue el nombre de los reyes, en concreto que la primera sección de la inscripción contenía la lista de los reyes persas aqueménidas, idéntica por suerte a la escrita en griego clásico por el historiador Heródoto, que ya se conocía.
Emparejando los nombres y los caracteres, y conociéndose el persa actual, en 1838 Rawlinson pudo descifrar la escritura cuneiforme para el persa antiguo. En 1843 y ayudado por otros autores consiguió descifrar el babilónico y el elamita escritos en cuneiforme.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!