Y terminamos esta serie de artículos sobre inventos raros, con los dos mejores de la colección para nosotros; ganan, y por goleada, según nuestra modesta y futbolera opinión.
En primera posición medalla de oro, y que deberían hacerle una estatua en todas las plazas públicas del mundo al que tuvo la genial idea, está el Inodoro con pecera.
¿Qué hay que sea más hipnotizante, que deja a la mayoría de la gente obnubilada contemplando en un estado semi catatónico de plenitud y lasitud plena?: una pecera.
¿En qué lugar el tedio de una acción es repetitiva, desagradable, monótona y necesaria; y nos acucia el aburrimiento de tal manera que para distraernos nos leemos hasta los etiquetados de los botes de champú, pareciéndonos interesante su composición química?: en el inodoro.
Pues blanco y en botella, un inodoro que por cisterna tiene una pecera. Aunque a tan genial idea le encontramos cuatro posibles peros.
El primero de ellos es que imaginamos que el dispositivo consta de algún tipo de filtro que impide que los peces acaben en la cloaca. Sino nos tememos que algún excéntrico llenará la cisterna-pecera de pirañas, y los operarios encargados del mantenimiento del alcantarillado se las verán en tirillas (salvo los de Nueva York, que después de lo de los cocodrilos albinos en el alcantarillado, ya están curtidos).
Sin hablar ya de que esperemos que no sea necesario reponer de peces tropicales de colores la cisterna-pecera cada vez que usemos el inodoro, si no es así, los animalistas pondrán el grito en el cielo y será un articulo de lujo solo apto para multimillonarios.
El segundo es que la cisterna-pecera constará de algún mecanismo que impida que se vacíe de agua totalmente, imaginamos que quedará medio llena o medio vacía después de cada uso. Sino los peces se nos asfixiarían o los someteríamos a un stress digno de un campo de concentración nazi. Y volvemos al tema de los animalistas, ya mencionados anteriormente.
El tercer inconveniente es que por mutación genética se ha conseguido peces capaces de metabolizar el cloro o en la gran mayoría de las ciudades españolas será imposible de utilizar. Salvo que vuelva a ser un articulo de lujo que viene provisto de un deposito especial que mediante electrolisis química consigue destilar el agua de lluvia recogida previamente o la de la acometida general.
Y el cuarto y último pero es una total incongruencia que inhabilita este invento. Nosotros carecemos de visión camaleónica que nos permita visualizar lo que ocurre a nuestras espaldas, eso de entrada. Y de salida, cuando utilizamos el trono nos sentamos de espaldas a la cisterna (en concreto esta queda a la altura de nuestra riñonada). Con lo cual nunca veríamos la pecera durante el proceso de depositar nuestros residuos solidos o líquidos en el inodoro, que nos parecía inicialmente la gran ventaja de este invento. Solo serviría como una pincelada estética (como colgar un cuadro de Rubens en el aseo) o para los seres humanos que mingitan de pie, lo que reduce mucho su mercado.
Y el último invento raro es el Swin Desk. El Swim Desk es una mesa de despacho convertida en piscina.
Quizás no resulte tan mala idea ir al despacho en bañador y darse un chapuzón entre reunión y reunión.
En este invento raro se puede ajustar la temperatura y la corriente del agua, además de tener un diseño modular para instalarse en cualquier cubículo.
Nos parece genial y ya quisiéramos haber podido escribir estos artículos desde el Swin Desk.
En definitiva, esto es el concepto del teletrabajo llevado a sus últimas consecuencias, y de paso también su versión estival más molona.
En la fotografía encontramos un oxímoron visual, no puede ser que se esté en bañador y al mismo tiempo con camisa, corbata y chaqueta en el ínclito Swin Desk. Imaginamos que es una forma de enfatizar la dualidad laboral y festiva del artilugio, que quedaría bastante difuminada si el individuo estuviera con un flotador o un patito de goma en la piscina-despacho totalmente desnudo, salvo el púdico bañador.
Pero si no es así, y hay que utilizar corbata (el complemento imprescindible para todo trabajador que se dedique a las estafas, sean del tipo que sean) nosotros no jugamos.
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