Un selfi (proveniente del inglés selfie o selfy) es un autorretrato realizado con una cámara fotográfica, generalmente una cámara digital o un teléfono móvil. Aunque con el tema de los autorretratos podemos remontarnos hasta Robert Cornelius, un pionero de la fotografía que realizó un daguerrotipo de sí mismo en 1839, y que se considera el primer autorretrato.
Un palo para selfis (selfie stick en inglés) es un monopié utilizado para tomar autorretratos colocando un smartphone (también llamado teléfono inteligente) o una cámara digital en el soporte y que nos permite enfocar a una distancia más allá de los límites normales del brazo. Los palos de metal son típicamente extensibles telescópicamente, con una correa en un extremo para la muñeca y una abrazadera ajustable en el otro extremo para que mantenga el dispositivo fijo en su lugar. Algunos tienen controles remotos o Bluetooth, permitiendo al usuario decidir cuándo tomar la imagen, e incluso los modelos diseñados para las cámaras digitales tienen un espejo detrás de la pantalla de visión para que el tiro pueda ser alineado.
El 1983 la cámara Minolta Disc-7 tenía un espejo convexo en su parte frontal para permitir la composición de los autorretratos, y su embalaje mostraba la cámara montada en un palo, mientras se utiliza para tal fin. El extendedor telescópico para cámaras de mano compactas fue patentado en EE.UU. el 1983. Por su parte el inventor canadiense Wayne Fromm patentó su Quik Pod el 2005, y los palos para selfis han estado disponibles por lo menos desde 2011.
Pero al gadget al que nos referimos apareció más o menos a mediados de la segunda década del siglo XXI; cuando se refieren a él púdicamente le llaman palo selfi interno y cuando lo hacen impúdicamente palo selfi sexual. El mercado está inundado de marcas y tipos distintos, pero uno de los primeros, sino el primero, fue el Gaga Selfie Camera Vibrator o Gaga Lighted Camera Vibrator o Intimate Sex Selfie Stick HD Camera Vibrator (los autores no se ponen de acuerdo en el nombre) desarrollado alrededor de 2015 por Svakom empresa radicada en USA y comercializado por unos 140€. También existe y se comercializa el llamado “Belfie stick”, un palo para tomar selfis del interior del propio culo.
Podemos definirlo, el palo selfi sexual, como un “Vibrador-endoscopio”; se trata de un vibrador, aparentemente normal, que tiene una particularidad: puede tomar fotografías y grabar vídeos del interior de la vagina de la mujer al estar equipado con una cámara HD. Tiene una carga de ocho horas, es 100% impermeable, recargable y silencioso, además también incluye un disco de software para quienes deseen utilizarlo con un PC. Se ha puesto muy de moda para ver qué aspecto tiene el interior de la vagina cuando se tiene un orgasmo.
El diario británico The Independent lo describió como «aberrante fruto del amor entre una endoscopia y un vibrador que supone una prueba irrefutable de que el único objetivo de la humanidad consiste ahora en hacerse selfis en absolutamente cualquier lugar que le sea posible».
Pero el asunto tiene sus antecedentes. Los investigadores sexuales William Masters y Virginia Johnson en la década de 1960 utilizaron dispositivos mecánicos en forma de consolador con cámara incorporada, y se fotografiaron y filmaron los primeros orgasmos femeninos. Y en 1995, el científico holandés Pek van Andel capturó por primera vez con éxito a una pareja manteniendo relaciones sexuales dentro de una máquina de resonancias magnéticas. En la actualidad simplemente ha abandonado el ámbito científico experimental y se ha convertido en un producto narcisista de consumo más para su lucimiento en las redes sociales.
Quien les iba a decir a Jacob Davis y Levi Strauss (un letón y un alemán), que su invento de unos pantalones azules de tejido tosco y fuerte de algodón cruzado muy similar a la sarga, (inicialmente una lona de las que vendían para las tiendas de campaña, cosidos casi con hilo de bramante y remachados, para ser muy resistentes), para que los usaran los mineros buscadores de oro y posteriormente los vaqueros (de ahí el nombre que tomaron en España) como pantalón de faena en 1871 (y patentados el 20 de mayo de 1873 tras fundar su empresa Levi Strauss & Co.); como decíamos, terminarían vibrando en el siglo XXI.
Son pantalones vaqueros que se conectan al teléfono móvil para vibrar con las notificaciones del móvil; al recibir mensajes o llamadas, por ejemplo.
O mucho más ingenioso aun, para acabar con la necesidad de tener que estar mirando constantemente el móvil cuando se están siguiendo indicaciones del GPS; los pantalones tienen un vibrador a cada lado y cada uno se activa cuando es necesario girar a izquierda o derecha. Si te desvías de la ruta ambos vibradores se activan a la vez.
Pero la característica más interesante de estos vaqueros inteligentes es también la más controvertida. Se llama “ping” y básicamente te permite hacer vibrar los pantalones de otro usuario cuando quieres llamar su atención. Según el fabricante “Es útil cuando quieres llamar discretamente la atención de alguien, en el trabajo o en clase”. Supongo que esta función da un nuevo significado a la expresión meterse en los pantalones de alguien.
El vibrador de estos vaqueros inteligentes a los que nos hemos referido son de la marca francesa Spinali Design, pero hay multitud de marcas y empresas que los comercializan. Curiosamente esta misma empresa francesa también comercializa un bikini inteligente que con un sensor incorporado (en forma de medallón) alerta mediante mensajes al móvil sobre el exceso de rayos UVA (por bluetooth a una app que es suministrada con la prenda). Por supuesto todo es impermeable, a prueba de agua.
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