Se da la curiosa circunstancia que, cuando ya se configura lo que vendrá con el tiempo a ser la Oficina de Patentes y es el antecedente de nuestra legislación actual, también la primera patente presentada se refería a un molino.
En los Reales Privilegios de La Constitución Española de 1.812, ya se afirmaba en su artículo 335, apartado 5, que: «Tocará a las diputaciones: Promover la educación de la juventud conforme a los planes aprobados, y fomentar la agricultura, la industria y el comercio, protegiendo a los inventores de nuevos descubrimientos en cualquiera de estos ramos».
Y el 2 de octubre de 1.820, en las siguientes Cortes Liberales en Madrid (parece ser que patentar no es cosa de los conservadores decimonónicos españoles), se promulgó un decreto moderno sobre Certificados de Invención, Mejora e Introducción que regulaba la concesión de patentes. Estuvo en vigor tres años, los del Trienio Liberal, hasta que el 27 de marzo de 1.826 se aprobó un definitivo Real Decreto de Privilegios Exclusivos de Invención e Introducción a partir del cual la propiedad industrial siempre han estado protegida en España.
Fue el primero en inaugurar el Real Decreto promulgado por Fernando VII, el por otra parte nefasto e indeseable rey apodado inverosímilmente como el deseado, que le otorgó el titulo por un periodo de 10 años y, probablemente, fue copia de algunos molinos que ya funcionaban en Francia, pero él tuvo la habilidad de aplicarlo en España y se hizo con una gran fortuna a cuenta del pan.La primera patente registrada en la época moderna, basándose en este real decreto, fue solicitada el mismo 27 de marzo del año 1.826 por un francés, que fue el antiguo intendente del ejército invasor de Napoleón, Jean-Marie La Perriere, que parece ser que inventó un nuevo molino para triturar el grano con activación manual.
Fue el primero en inaugurar el Real Decreto promulgado por Fernando VII, el por otra parte nefasto e indeseable rey apodado inverosímilmente como el deseado, que le otorgó el titulo por un periodo de 10 años y, probablemente, fue copia de algunos molinos que ya funcionaban en Francia, pero él tuvo la habilidad de aplicarlo en España y se hizo con una gran fortuna a cuenta del pan.
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