Puesto que los primeros privilegios de ese tipo de que se tiene conocimiento se otorgaron en el siglo XV en Italia, Nicolas García Tapia, catedrático de mecánica de fluidos en la Universidad Politécnica de Valladolid, investigó en el archivo de Simancas, de Valladolid; tratando de encontrar algo similar en España y hallando el que parece ser el primer privilegio o patente española.
Gracias al trabajo realizado por el investigador citado en el párrafo anterior, conocemos que el primer título de protección a una invención; o privilegio como se denominaban entonces, a los equivalentes a la patente actual; se concedió en España en 1.478.
Este privilegio fue otorgado en Sevilla por la reina Isabel I de Castilla, Isabel la Católica, a Pedro Azlor (doctor en medicina y parece que su médico) sobre un nuevo método de molienda de grano. Se le otorgaba la exclusiva de explotación durante un período de 20 años y se fijaba la cantidad que deberían pagar aquellos que copiaran la invención (50.000 maravedís).
No está claro si Pedro Azlor fue el inventor o el que había traído la invención a Castilla desde otras tierras (ya que entonces se protegían ambos casos, el del creador y el del importador), pero queda patente el temor del inventor a ser copiado, pues parece que era muy común en aquellos tiempos:
“.. e que él se teme e reçela que él, después de aver inventado e mostrado las dichas moliendas, que algunas personas veyendo su industria e horden que él en ello tiene, quieran fazer luego en ello otrotanto de la forma que él lo había fecho, siendo el primero que en estos mys reynos lo aya traydo e creado….”
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